ARDENTÍA somos un laboratorio flamenco que entrelaza la mirada de la fotógrafa jerezana Claudia Ruiz Caro (1993) con la de la escritora almeriense Noelia Cortés (1996), procurando crear desde una percepción más justa con la tan castigada identidad del Pueblo Gitano, históricamente perseguido; fuente primitiva de la que todo esto florece.
El trabajo de Claudia se sitúa a medio camino entre lo documental y lo antropológico y busca, desde el retrato intimista, dejar un testigo histórico que recoja los últimos resquicios de la época dorada del flamenco desde la dignificación estética y conceptual, sin artificios, buscando la atemporalidad y el homenaje eterno a una etnia históricamente estereotipada y denostada.
Pese a su juventud, ha sido la primera mujer fotógrafa oficial de la Bienal de Sevilla —en su XXI y XXII Edición—, y tiene en su haber el resultado fotográfico de +22 discos —Jesús Méndez, Antonio Agujetas, Tomás de Perrate, Vicente Soto Sordera, Luis Moneo, Mari Peña, Antonio Rey, Pedro de la Fragua, Alfonso Mijita, Samuel Serrano, Felipa del Moreno, Salmonete, José Mijita, Carlos de Jacoba, Manuel Cerpa...—.
Ha comisariado ya su obra en diferentes países y contextos, con exposiciones como Adocamele, Entre los cañaverales: del camerino al tabanco, Mapamundi, Bulerías por soleá o La luz con el tiempo dentro. Con su conversatorio Un siglo de imagen flamenca, nos invita a repensar los condicionamientos estéticos asociados al Pueblo Gitano que, a su vez, se constituyen como base prototípica en el imaginario colectivo sobre el arte flamenco.
Noelia es autora del poemario Del mar y la muerte y del ensayo La higuera de las gitanas, en el que reflexiona sobre el derecho del Pueblo Gitano a tener cabida en la literatura, el feminismo, el sistema educativo o el relato que queda sobre el flamenco. También escribió un capítulo en la antología Flores para Lola, analizando el antigitanismo con el que se narra la figura de Lola Flores desde la admiración superflua, tan empeñada en reforzar estereotipos que nos harán daño a otros.
Ha participado en numerosos debates y conversatorios a lo largo de museos, universidades y teatros, tratando siempre de dar con la llave para contextualizar, en el imaginario común y sin la maleza del prejuicio, el legado cultural del Pueblo Gitano y los motivos por los que no ha tenido la libre elección de echar raíces en según qué espacios. En las Jornadas Des-folklorizando lo gitano del Museo Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid plantea que, si tenemos que des-folklorizarnos, es porque alguien nos ha folklorizado primero: he ahí la importancia de contar con voces gitanas, del testimonio narrado desde la víscera y no desde el academicismo sobre lo ajeno.
En 2025 se estrena como responsable de la asesoría creativa del documental Farruquito, y es una de las escritoras seleccionadas por el Ministerio de Cultura para representar la literatura española en la Feria del Libro de Bogotá.
ARDENTÍA se fermentó recogiendo en nuestro mandil las uvas de la rabia y la pena, estrujando bajo nuestros pies la verdad y la mentira, macerando las respuestas más contundentes al antigitanismo de la sociedad y de la industria musical.
La primera entrega, El gitano, velo de flor, se titula así en homenaje a su figura: los vinos se oxidarían sin este poético velo de levadura, lo mismo que se oxida el flamenco cuando lo pretenden desgitanizar. El flamenco atesora aquello que conmueve más allá de la moda de su tiempo: de ahí que los clásicos perduren pese a las espinas de la propaganda. El flamenco celebra la belleza de las narices heredadas, del arte para cogerse un moño despeinado, de las caras lavadas. En este siglo —que tiene tantos ojos que no sabe adónde mirar—, el cante gitano sigue contando algo revolucionario.
Por lo pronto, estas páginas son los retales de toda posibilidad artística que quepa en el audiovisual y en lo narrativo.
Ojalá os trasladen al centro de la flor gitana.